Graduada en 2019 con la mención de Excelencia Académica, la escritora, productora, community manager y activista cree que hoy las niñas pueden ser impulsoras de los niños para que se sumen a las actividades y desarrollen habilidades
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Pedro Rojas

Beatriz Arias, graduada en 2019 con la mención de Excelencia Académica en el Colegio San Ignacio, considera que las niñas en la institución ahora pueden tener un papel esencial: aumentar la presencia de los niños quienes suelen no hacer vida extraescolar.

Agrega que analizando los aspectos sobre los que que estima debe avanzarse para garantizar la presencia activa de las niñas en las actividades del colegio expone que “aunque el colegio ya ha avanzado en esta materia, siempre hay algo más por hacer”.

Para entender el presente del Colegio San Ignacio, Arias, quien hoy por hoy estudia Comunicación Social, explica que las niñas actualmente tienen una presencia activa, “están en la mayoría de los deportes y lo más importante, están en los salones de clases”. Sin embargo, cree que “potenciar las actividades como el baile o incluso vincular al San Ignacio con alguna academia de baile”, podría tener un aporte clave en lo que es la promoción de “las actividades culturales”.

Amplía en su análisis que el “baile, el canto, el teatro, la música en general y la escritura, la lectura o la pintura realmente pueden dar una formación integral” a quienes estudian en el colegio. 



Reitera que “seguir sumando espacios de participación no solo va a garantizar la presencia activa de las niñas, sino que también puede aumentar la presencia de los niños”.

-¿Qué pasos dados en el Colegio San Ignacio recomendaría dar a otras instituciones en el país?
-El San Ignacio le ha abierto las puertas a las niñas de distintas maneras, pero una de las que más agradezco, como antigua alumna, es la posibilidad que me dio de desarrollarme en las áreas de mi gusto, sin distinción de género. Saber que una niña que le gusta el béisbol, el basket o el fútbol, por nombrar algunos de los deportes del colegio, puede ser parte de los equipos, es algo que considero que otras instituciones podrían hacer.

Arias recuerda que para el San Ignacio “el liderazgo no tiene género, por lo que una ignaciana y un ignaciano tienen las mismas oportunidades y posibilidades de ser líderes, sin imponer cuotas, simplemente por mérito al trabajo y reconocimiento de sus iguales”.

-¿Cuál fue la mayor de las enseñanzas que recibió en su paso por la institución?
-Nombrar una sola sería no valorar todos los aprendizajes que el colegio me dio, pero puedo resaltar uno que puede englobar todos: El Excélsior. Desde pequeños el San Ignacio nos impulsó a crecer, a dar más que el día anterior, a dejar los espacios en mejores condiciones de las que los encontramos. Simplemente, a entender que el mundo siempre puede estar mejor y que nosotros somos quienes podemos hacer que las cosas pasen. El colegio nos enseña a comprender que nuestras capacidades son mayores de lo que imaginamos y que no hay metas demasiado altas que no se puedan alcanzar con esfuerzo, talento, pasión y dedicación. Siempre más alto, más arriba, mejorando juntos, como equipo.

-¿Qué enseñanzas tiene presente del Colegio San Ignacio y que aplica en sus distintos roles como escritora, productora, community manager y activista?
-En el San Ignacio aprendes que la clave de hacer lo que quieres está en la organización y saber priorizar. Eso lo aprendí al formar parte de varias instituciones, deportes y actividades extraescolares en general, al mismo tiempo, mientras estudiaba en el colegio. Por saberme organizar he logrado trabajar, estudiar y tener vida social a la vez, es imprescindible para ser una persona responsable. Además es una habilidad clave para cualquier trabajo.



Lecciones de vida
Arias destaca que en el Colegio San Ignacio se aprende la importancia de “expresarte y expresarte bien”. Agrega que su amor por la escritura “empezó en los salones de Villa Loyola. Así como las habilidades de oratoria se las debo a la cantidad de intervenciones y debates en clase, a los discursos fallidos y sobre todo al ser jefa en el Centro Excursionista Loyola (CEL)”.

Dice que “con todas las experiencias que viví en el colegio aprendí a perder la pena y saber improvisar de manera segura. Sin eso hoy no podría montarme en la tarima de ningún evento a presentar, ni resolver los problemas detrás de cámara, redactar un guión, contactar a alguna personalidad, incluso no podría volantear en alguna esquina o intentar hacer cosas nuevas para aprender”.

Explica que “todos los valores que tengo gracias a mi familia, fueron reforzados en el colegio con la formación jesuita y son lo que hoy considero mis valores de ética profesional como comunicadora. Una de las enseñanzas más grandes que mantengo en mi día a día es el valor de las relaciones, el amor y el servicio hacia los demás hace que te rodees de personas que te aprecian tanto en lo personal como en lo profesional”.

-¿Qué retos siente que se le presentan como mujer de esta generación en estos tiempos tan complejos?
-Creo que lo primero que pongo como reto es quitarnos de la cabeza que para las mujeres hay aún más retos que para los hombres. Con eso no niego que en ocasiones si los haya, pero creo que mientras menos trabas en el camino nos pongamos nosotras mismas, menos retos vamos a tener. Creo mucho en la igualdad de género, el mundo está yendo hacia eso. Actualmente ser hombre o mujer, para mí y para muchos, no hace la diferencia en los ‘retos que tenemos’.



Arias amplía el concepto considerando que “el mayor reto que se nos presenta a todos, es ser cada día más conscientes de que somos humanos, de que los valores son la base de una buena sociedad y ahí está el segundo reto, hacer una buena sociedad fomentando los valores. Actualmente todos tenemos plataformas por las cuales promover conductas y comportamientos. Estamos en un tiempo donde las palabras a través de una pantalla se pueden sacar de contexto y pueden herir susceptibilidades, por lo que el último reto que veo es comprender que las redes no son un escudo y que deberíamos tratarnos a través de ellas como si nos estuviésemos sentando en una mesa a dialogar”.

Como nuevos escalones
Para la también integrante de Ecos de Alumnos San Ignacio (Edasi), “todo tiene sus ángulos, positivos y negativos, el reto es saber entrarle a las situaciones y a las herramientas que tenemos en la vida por el lado positivo”.

Arias asegura que su forma de pensar está en buena forma guiada por lo que aprendió en el colegio. “Me hace ver los retos como escalones que nos van a llevar a donde queremos. En efecto, más que retos, son como escalar: puede que la primera piedra se tambalee o que no puedas pisarla bien al principio, pero una vez que encuentras estabilidad puedes pisar firme, apoyarte en ella y seguir avanzando.

-¿Qué extraña de su paso por el Colegio San Ignacio?
-Mi paso por el colegio, como la mayoría de las cosas que hago, fue intenso. Sería simplificar demasiado, resumir 13 años en unas pocas anécdotas. Pero realmente creo que no extraño nada pues lo que aprecio de mi paso por el colegio, sigue conmigo de alguna u otra manera y yo busco mantenerme, de cierta forma vinculada a él. Por eso miro al pasado con nostalgia y agradecimiento. Todo lo que viví como estudiante, son experiencias irrepetibles que siguen marcadas en mí y las personas que formaron parte de ellas tienen un lugar especial en mi mente y mi corazón.

Arias refiere que disfrutó mucho el tiempo en el que podía decir “estudio en el San Ignacio”, pero ahora decir “Yo Soy Ignaciana” es algo que apunta podrá hacer toda la vida y “eso me llena de orgullo y alegría. Para mí, el San Ignacio no se extraña, se recuerda con una sonrisa en la cara”.

Fotos: Cortesía Beatriz Arias