Quien es actualmente una reconocida mujer en el terreno de la cultura y la gerencia del sector en el país, resalta los aportes que le dio la institución en cuanto a sensibilidad e intuición para transmitir mensajes y empatía
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Pedro Rojas

Para Albe Pérez, graduada en el Colegio San Ignacio en el año 1993, el camino profesional le ha llevado a ser Gerente Cultural, además a especializarse en el área de diseño de políticas culturales para el sector público y formulación de programas y proyectos en materia social y cultural para el sector privado.

Ha sido además directora de Ser Voz, columnista de El Nacional y productora y conductora del programa de radio Ser Voz, transmitido en Unión Radio Cultural.

Consultada sobre las herramientas de vida que se llevó del Colegio San Ignacio y que le han servido en su carrera profesional, dice sin vacilar que su “experiencia como venezolana formada por la Compañía de Jesús, ha sido piedra angular en mi vida. No solo en lo profesional, sino también en el ámbito personal y familiar. Especialmente cuando hablamos de sensibilidad social y de compromiso con el país”.

Como Leader Facilitator de Active Citizens en Venezuela dice que no puede imaginar “otra forma de entender la cotidianidad, además en un contexto tan complejo como el actual, sino es a través de las ideas, premisas y dogmas de fe de San Ignacio de Loyola”.

Apunta que su desempeño profesional “ha estado siempre ligado al trabajo social. Desde el ámbito cultural, pero siempre con impacto social, con especial foco en aquellos para quienes la cultura no forma parte del discurso diario. Ver la transformación que sucede en niños, jóvenes y adultos que se acercan a la cultura y a la creatividad, y consiguen en ellas un remanso, un espacio de diálogo, de reconocimiento, es una de las más genuinas maneras que he logrado en el transcurso de mi vida, de hacer notar aquel mandado que nos ha legado la Compañía de Jesús: En todo amar y servir".

-¿Cómo observa la participación de la mujer en las distintas áreas en la que se toman decisiones en Venezuela?
-Habría que segmentar bien qué tipo de decisiones, pues sin duda hay rezago en algunas áreas de competencia, claro que en muchos casos se impone la discriminación en relación a la participación femenina; sin embargo, desde lo personal, también prefiero enfatizar y poner el foco en aquellos territorios conquistados, y más que conquistados, en aquellos territorios en los que las voces que deciden son las de individuos compasivos, solidarios, comprometidos con el prójimo, responsables y sobre todo esperanzados.

Destaca que “urge en todos los terrenos donde se toman decisiones, a cualquier escala, que los valores de la sana convivencia sean la base donde se fundamenta el discurso. Más allá del género que los proponga, creo que la asignatura pendiente, es la de convocar en torno al entendimiento, y de alguna manera, espero no herir susceptibilidades, ciertamente las mujeres podemos tener en muchos casos la sensibilidad y la intuición para lograr transmitir un mensaje de la manera más empática posible”.


Albe Pérez es madre de tres actuales alumnos del Colegio San Ignacio, lugar del que tiene muchas historias y momentos / Cortesía 

-¿Alguna anécdota especial de aquellos años?
-Muchas anécdotas. De la relación con las Hermanas en Villa Piscina; el primer día en Kinder cuando la Madre Josefina me dijo que el conejito que estaba coloreando no estaba bien porque no estaba respetando colorear de derecha a izquierda (yo soy zurda, y aún a mis 45 años, las lateralidades no se me dan fluidamente, menos a los cinco años); o en Villa Loyola, cuando pidiendo ayuda a la Madre Gloria para abrir una lata de malta, no conté con que estaba batida y terminó la pobre con su traje impoluto lleno de puntitos de malta y sin reclamar nada, solo un ‘no te preocupes fue un accidente’.

Pero esa es una parte de las historias, pues también recuerda “un fallido baile del día de los abuelos”, cuando presentaron “el baile del Sebucán, y una de las nenas se confundió en el trenzado de las cintas de colores y fue un caos el final. Y así hasta llegar a bachillerato, en donde la relación con los profesores era tan distinta a lo que es ahora”.

Explica que “en aquellos momentos, como alumna, era lo más divertido del mundo; hoy como mamá, prefiero el respeto y los códigos más institucionales que prevalecen”.

-¿Conserva amistades de los años en los que estuvo en la institución?
-Tengo dos hermanos por parte de mis padres. Y no sabría decir cuántos hermanos y hermanas más que en promociones distintas se graduaron en el Colegio San Ignacio y a pesar de la distancia, de las vueltas de la vida, del paso del tiempo, están en mi corazón todo el tiempo y en muchos casos son parte de mi cotidianidad. Soy madrina de hijos de amigas del colegio, mis hijos son ahijados de amigos de mi esposo que se graduaron en el colegio. En fin, en mi caso, además, tuve la fortuna de reconocer como compañero de vida, como esposo y padre de mis hijos a otro ignaciano (no nos conocimos en los años de estudio, aunque nadie lo cree, cuando él se graduaba yo pasaba a quinto grado), y quizás eso ha facilitado que en un momento tan complicado para forjar una familia, compartir las mismas convicciones ha sido nuestra principal fortaleza.

-¿Qué ha podido ver y comparar de los años en los que fue alumna y esa transición a ser ahora madre de alumnas de la institución?
-Me encanta ver a mi hija menor siendo feliz y disfrutando su colegio. Me encanta ver a mis dos hijos varones cómo respetan y tratan a sus compañeras. Me quedo maravillada al ver cómo las niñas han tomado de forma tan natural el entorno en el que crecen y además le dan la impronta de las ignacianas, con tanta fluidez que casi pasa desapercibido. Pero lo que más me gusta, es ver cómo todos, varones y niñas, van creciendo en un ambiente que fomenta la inclusión, la diversidad y el respeto hacia los demás.

Las expectativas y otros aspectos
Para Pérez sería “lindo ver a la primera presidenta del Centro de Estudiantes del Colegio San Ignacio (Cesi), pero digo, no hay prisa, de seguro de forma natural ese tiempo vendrá. Después de todo, el Centro Excursionista Loyola (CEL) y la banda tienen hoy un carácter especial gracias a la participación de las nenas.

-¿Sobre qué aspectos considera debe avanzarse para garantizar la presencia activa de las niñas en las actividades del colegio?
-Debo confesar que para mí, una asignatura pendiente, es lograr que las actividades culturales y creativas tengan mayor presencia en el colegio, no sólo para niñas, en general. Personalmente nunca fui nada competitiva en los deportes, temía de la pelota de voleibol, la gimnasia no era lo mío, la natación pues solo para sobrevivir... y el baloncesto me fascinaba, además pasé años esperando el estirón que tanto me prometió el profesor Angelito si practicaba baloncesto, pero que va, igual llegué hasta el 1,64 cm a duras penas.

Saliendo del tema jocoso de sus comentarios, Pérez estima que “hay mucho potencial creativo en la comunidad ignaciana, hemos visto surgir bandas de rock fantásticas, periodistas destacados, escritores, artistas, músicos, y tiendo a pensar que si desde temprano abonamos ese terreno tan fértil, pues tantas alegrías viviremos en ese sentido. Yo siempre estaré a la orden para desde mi humilde experiencia y conocimiento, aportar en el desarrollo de la movida cultural y creativa ignaciana”.

-¿Qué pasos dados en el Colegio San Ignacio recomendaría dar a otras instituciones en el país?
-Simplemente aferrarnos a la idea de poner el amor más en las obras que en las palabras. Para mí, hoy en día en el país en particular, y en el mundo en general, es urgente poner el amor en las obras, generar espacios de encuentro, de reconocimiento, de reconciliación, espacios que convoquen a todos por igual; y que las palabras sean compañía, consuelo, alivio, muestras de alegría y ánimo. Vivir siempre amando y sirviendo, en todo amar y servir. Solo eso. 

Fotos: Cortesía Albe Pérez