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Por Daniel Escalona Collazo 
Promoción 1993 


¿Quién no recuerda su primer día en el colegio? Puede ser que no lo recuerdes. A mi me pasa. Éramos tan pequeños y son tantas imágenes juntas desde tan corta edad. Sombras, caras y lugares se entremezclan con emociones que solo alguien del San Ignacio puede entender. Recuerdos vagos de Villa Piscina nos trasladan a un parque infantil y a la Madre Josefina tomándonos de la mano, reuniéndonos en círculo o conduciéndonos a un pequeño salón donde conocimos por primera vez a Jesús, a la Virgen del Colegio y por supuesto a Iñigo de Loyola sin ni siquiera entender que es eso de ser “santo”. Allí aprendimos el himno del colegio y el “Fundador” (1). Allí comenzaba nuestro largo camino como ignacianos. ¿Lo recuerdas?

Un colegio inmenso se presentaba ante nosotros y parecía no tener fin. A medida que crecíamos en edad y en conocimiento, muchachos con camisas distintas, cada una de un color pero con un mismo escudo en el pecho, desfilaban día a día ante nuestros ojos y solo sabíamos que eran mas grandes y estudiaban abajo; porque allí, en Villa Loyola, con esa enorme casona rodeada de árboles de mango y jabillos, alrededor de “la pajarera” (2) y bajo la mirada siempre vigilante de nuestras maestras y de la Madre Conchita, dejábamos jugando en el patio y bajo las faldas del Ávila nuestra alma de niños y aspirábamos algún día ser grandes también. En cada acto patriótico enarbolando nuestras banderas y cantando nuestros himnos; en cada ofrenda a la Virgen con flores y cantos marianos en el mes de mayo; en cada misa con algún afable jesuita; en cada cola de recreo en la pequeña cantina, estábamos forjando nuestra ignacianidad y empezábamos a entender que nuestro colegio era mas que un sitio para estudiar, era nuestra casa, era el “mejor sitio del mundo”.

Mas rápido de lo que nunca imaginamos ya estábamos de lleno en las instituciones “dando la vida” por nuestro colegio. Nuestros padres y profesores los sabían y contemplándonos vivían nuestra transformación y admiraban como nuestro espíritu loyaltarra crecía y nos convertía poco a poco en herederos conscientes de Ignacio de Loyola. Ser ignaciano no es cuestión de edad ni es susceptible a brecha generacional alguna. Ser ignaciano es haber vibrado ayer y seguir vibrando hoy con las notas de nuestra Banda de Guerra (3) entonando nuestros himnos y sentir a estos parte de nuestro propio ser.

Nuestro sentir ignaciano cada día se acrecentaba mas. Cuando defendíamos los colores del Loyola (4) frente a un adversario en cualesquiera de los deportes en los que estuviésemos, cumpliendo a cabalidad con esa ¨…ley que nos rige y nos gobierna la de ser ante todo caballeros…” (5); cuando desfilábamos uniformados por primera vez como aspirantes de la Banda de Guerra; cuando eran tiempos de elecciones en el C.E.S.I.(6); cuando recibíamos por primera vez nuestra pañoleta como parte de esa promesa celista (7) de manos de nuestro Padre Galdos, S.J., allí estábamos también siendo ignacianos y estábamos teniendo y sintiendo nuestra propia identidad.


Banda de Guerra 

Nuestros ojos brillaban al saber con ilusión que íbamos a Ocumare de convivencia o en un campamento del C.E.L. (8) No era solo un viaje a la playa, era la convicción de saber que en esa terraza, con la brisa de frente y golpeando nuestra cara, estábamos resguardados en un rinconcito de nuestro colegio delante del inmenso mar.

Cualquier mañana de nuestra vida colegial antes de las siete y media, nos cruzábamos en el pasillo central con Pedro De Armas y un saludo estruendoso hacia él con el tradicional “Peeeeedroooo” le demostraba el profundo aprecio que le prodigábamos. Julio nos esperaba en la piscina, “Angelito” en la cancha de básquet y Nubia quizás en la de voleibol con o sin Boston-Dome (9). Siempre estuvieron ahí y aun siguen estando; como siguen estando Hilda, Judith, Julieta, Socorro, Yolanda, Arisnell, Claudia, nuestro querido Padre Galdos, S.J., el Padre Miguel Centeno, S.J., Luis “Perro” Guevara, María Margarita, Isabella, Ada, María Elena y hasta hace poquito estuvieron María, “Pirro”, “Laly”, Ana María, Endika y Aleksandra porque ellos son el colegio y son también nuestra identidad.

Cuando llegaba la “Semana Colegial” y se paralizaba el colegio, nuestro sentir ignaciano se potenciaba como también lo potenciaron nuestros predecesores en sus llamadas “Fiestas Rectorales” (10). Ni hablar de cuando llegaba el momento de prepararnos como promoción para el partido IV contra V en el desfile inaugural de los deportes y escogíamos a los mejores en el fútbol con el solo objetivo de ganar. Casi al mismo tiempo, no veíamos el día en el que a toda carrera, accederíamos a la cancha y delante de la tribuna colmada de amigos y familiares, brincaríamos de alegría juvenil al ser anunciados por el altavoz a los presentes en sana pugna con el nivel que nos adversaba; allí también estábamos siendo ignacianos y estábamos fortaleciendo nuestra identidad; allí empezábamos con nostalgia a asumir que estaba cerca el momento de salir de nuestro colegio para enfrentarnos al mundo ya como bachilleres, como tantos y tantos otros lo hicieron antes que nosotros.


CESI 

Me faltarían páginas para seguir escudriñando el corazón bañado de colegio de cada ignaciano. En prácticamente todos los párrafos precedentes, he querido reforzar el sentido de identidad de nuestra verdadera ignacianidad a la cual nos debemos. Pero, ¿que es la identidad de un ignaciano? ¿Cómo y donde se ejerce? ¿Por qué es importante tener y mantener esa identidad?

Cuando cantamos el himno del colegio y expresamos a viva voz: “…Queremos forjar en nosotros, valor y conciencia cristiana, queremos HONRAR AL COLEGIO CON TRIUNFO DE ESTIRPE IGNACIANA…”, estamos reconociendo que somos de la estirpe de Iñigo de Loyola y también nos reconocemos dentro de un Colegio San Ignacio que si bien ha sido siempre abierto y susceptible a cambios de acuerdo a los nuevos signos de los tiempos; cuenta con un valioso pasado y acervo histórico desde su fundación un 8 de enero de 1923.

¿Quién pudiera imaginar un día en el cual nos cambien el rojo y blanco de nuestro uniforme del Loyola, nos cambien nuestros himnos, nuestro escudo, nuestra bandera, nos cambien el nombre de nuestro colegio y la veneración a nuestra “Virgen de tierna mirada” (11), nos quiten la Banda de Guerra, el C.E.L., el C.E.S.I., el E.D.A.S.I. (12), el S.I.M.U.N. (13)?, ¿Quién imagina nuestro colegio sin piscina, sin salón de actos, sin rectorado, sin capilla de alumnos, sin verbena, sin gaitas, sin la casa “Guerena” de Ocumare o la sensación de vacío terrible que nos daría si nos quitasen el fútbol o el voleibol? Todo ello forma parte de nosotros como colegio. Todo ello forma y ha formado siempre parte de nuestra propia identidad ignaciana.

En todo acto solemne de graduación del Colegio San Ignacio año tras año desde su fundación, delante de las autoridades educativas y bajo la protección de la Virgen del Colegio y de San Ignacio de Loyola, se han proclamado nuestros nuevos bachilleres bajo la fórmula protocolar: “A mayor Gloria de Dios, servicio de la patria y orgullo del colegio y de sus familias, se PROCLAMAN los nuevos bachilleres del Colegio San Ignacio PARA EL AÑO 2019” (por ejemplo) siendo el año proclamado aquel en el cual está egresando la promoción en cuestión. A partir de ese momento y luego de finalizado ese acto colmado de emoción, retumba el “Fundador” en todo el salón de actos y todo es jolgorio y alegría. No es para menos. ¡Se han graduado nuestros nuevos bachilleres! ¡Ya son antiguos alumnos!

Una nueva promoción que a partir de ese momento es y será para siempre la PROMOCIÓN 2019 DEL COLEGIO SAN IGNACIO (por ejemplo) porque así fue PROCLAMADA en número cardinal de acuerdo al año y momento histórico que salió del plantel; como han sido proclamadas tradicionalmente las promociones de muchos de nuestros abuelos, padres, tíos o hermanos y no de acuerdo a la numeración ordinal que tenga en una sucesión ordenada de graduaciones solemnes (Promoción nonagésima segunda - 92º-), que si bien es correcta, no es y nunca ha sido necesario el hacerla notar en posición jerárquica como elemento a dicho orden de clases egresadas, ya que lo verdaderamente importante ha sido siempre destacar con un año concreto, el hecho histórico de graduarse como acontecimiento cronológico que tiene en sí mismo un momento específico en un lugar de nuestra historia como institución educativa. Llamar a esta nueva promoción de una manera distinta es una tergiversación inadecuada de nuestra historia e identidad como colegio y como ignacianos que crea confusión y menoscaba nuestro patrimonio histórico y nuestro haber cultural colegial.

¡No son ni serán nunca la “PROMOCIÓN 92”! Son y serán por siempre la PROMOCIÓN 2019 (por ejemplo) que corresponde a la nonagésima segunda promoción egresada del colegio (92º) y así serán reconocidos por la Asociación de Antiguos Alumnos del Colegio San Ignacio (A.S.I.A.), ya que la promoción mal llamada ´92 que en realidad es PROMOCIÓN 1992, se graduó hace 27 años en el Salón de Actos un 24 de julio de 1992 y así pasaron a la historia del colegio como pasarán algún día los graduados en el año 2092, a quienes tampoco nadie podrá en su momento adjudicarles el mal llamado calificativo de “PROMOCIÓN 92” con el empleo de solo dos cifras.

Lo anterior para nada es una nimiedad. No es un capricho superfluo de un ex alumno anacrónico que no es capaz de asumir que los tiempos cambian. El Colegio San Ignacio, vino a graduar a sus primeros bachilleres en 1926 siendo ésta la primera promoción de egresados. Ya desde esa época fueron llamados y proclamados como PROMOCIÓN 1926. Es el deber ser. Es la manera correcta como nos llamamos y nos hemos llamado siempre los ignacianos egresados del Colegio San Ignacio de Caracas y nos reconocemos por el mundo y ante la gran familia ignaciana. Hay que hacer la salvedad que en 1948, no hubo promoción de egresados en el colegio debido a los acontecimientos políticos de la Nación y en donde el Colegio San Ignacio tuvo participación activa en defensa de los valores cristianos.

Dentro de 7 años se graduarán nuestros muchachos de la PROMOCIÓN 2026. Si seguimos con esté desastre semántico-cronológico y quisiéramos que un cronista del colegio nos hable acerca de nuestro pasado, ¿cómo distinguiremos a estos nuevos bachilleres ignacianos egresados en 2026 de una mal llamada “PROMOCIÓN 26” según la nomenclatura errada usada por algunos, cuando estos aun siendo la promoción vigésima sexta (26º) de egresados, fueron graduados en 1953 y por tanto proclamados como PROMOCIÓN 1953)? ¿cómo además los distinguiremos de nuestros primeros graduados proclamados como PROMOCIÓN 1926 si encima nos plantamos en seguir usando solo las dos últimas cifras del año de graduación?

¡No nos ahoguemos en un vaso de agua! Las promociones se llamaron, se llaman y se seguirán llamando por el año en el que nos graduamos y utilizando las cuatro cifras del año en cuestión porque eso fuimos, eso somos y eso seguiremos siendo y eso es parte de nuestra identidad. ¿Qué nos van a decir o a discutir? ¡Ajá! –“pero es que en muchos colegios privados de Caracas los egresados no se llaman por el año que se gradúan sino por el número ordinal que les corresponde”- Yo les pregunto, y es que ¿acaso el San Ignacio es igual a otros colegios y somos los ignacianos iguales a otros alumnos de otros colegios?¿Quién nos va a discutir casi 100 años de historia? ¿Quién nos va a quitar lo “bailao”?

Ya son casi 20 años, posterior a la llegada del nuevo milenio, que llevamos a cuestas esta “tergiversación promocional”. Quizás los egresados del año 2000 temían ser llamados “PROMOCIÓN 00” o quizás les parecía muy largo ponerse las cuatro cifras del año, a saber PROMOCIÓN 2000, que es en realidad la manera correcta de llamarse y de llamarlos; argumento por demás fuera de todo contexto racional.

Hay una realidad que desde ya hay que empezar a cambiar. No será fácil al principio, pero con la ayuda de toda la comunidad ignaciana de la mano de A.S.I.A. y bajo el apoyo de las autoridades del colegio, estoy seguro que lo lograremos a mediano plazo.

Manuel Vásquez Montalbán (14) dijo una vez que “la historia pertenece a los que la prolongan y no a los que la secuestran” ¡Llámate bien ignaciano! ¡No secuestres mas tu historia! ¡No pierdas tu identidad! Asume con gallardía y compromiso el orgullo de ser del San Ignacio como alumno y ex alumno que hace de su pasado parte de su esencia, de su existencia y de su historia pero siendo en el ahora contemplativo en la acción al servicio de la fe y promoción de la justicia “a mayor gloria de Dios” (15).


Notas:
(1) Himno de San Ignacio.
(2) Recinto circular ubicado diagonal a la casona de la comunidad de Hermanas Esclavas de Cristo Rey en el patio de Villa Loyola.
(3) Banda de Guerra del Colegio San Ignacio fundada por el R.P. Jenaro Aguirre Elorriaga, S.J. (†) el 18 de febrero de 1948.
(4) Loyola Sport Club (Loyola S.C.) fundado por el R.P. Feliciano Gastaminza, S.J. (†) el 8 de abril de 1923.
(5) Himno del Loyola Sport Club. Letra: R.P. Feliciano Gastaminza, S.J. (†) Música: Antiguo Himno adaptado de la Real Sociedad de Fútbol S.A.D. de San Sebastián.
(6) Centro de Estudiantes San Ignacio fundado en 1960.
(7) Relativo al Centro Excursionista Loyola (C.E.L.)
(8) Centro Excursionista Loyola fundado por el R.P. José María Vélaz, S.J. (†) el 13 de octubre de 1938. Fundador también de FE Y ALEGRÍA.
(9) Salón de usos múltiples. Inaugurado en 1999 e impulsado por el antiguo alumno R.P. Lorenzo Mendoza H, S.J.(†) (Promoción 1944)
(10) Actividad iniciada un 21 de junio de 1926 en la festividad de San Luis Gonzaga y esperada desde ese momento por todo el alumnado en el antiguo Colegio San Ignacio de la esquina de “Jesuitas” en homenaje al Padre Rector Luis Zumalabe, S.J. Fundador y primer rector del Colegio San Ignacio (1923-1927) en ocasión de su cumpleaños. De esta fiesta deportiva y cultural ignaciana se deriva la tradicional SEMANA COLEGIAL de los tiempos actuales.
(11) Calificativo con el cual llama y adora el ignaciano a su Virgen del Colegio al entonar las notas del Himno del Colegio San Ignacio.
(12) Ecos de Alumnos San Ignacio. Revista Colegial fundada por el antiguo alumno R.P. Pedro Pablo Barnola, S.J. (†) (Promoción 1929) el 1º de noviembre de 1933.
(13) San Ignacio Model United Nations fundado en 2005 y promovido por la Prof. Diana Lugo y las profesoras Argelia Centeno (Directora de Estudios del Colegio San Ignacio 2005-2008) y “Laly” Paz Fleitas (Directora de Estudios del Colegio San Ignacio 2008 – 2012)
(14) Periodista, escritor, novelista, poeta y ensayista español (1939 – 2003)
(15) Del enunciado latino “Ad Maiorem Dei Gloriam” como expresión empleada por San Ignacio de Loyola en la parte final de sus escritos y que luego años después de su muerte, se convierte en lema ignaciano por excelencia de la Compañía de Jesús bajo su abreviatura (A.M.D.G.)