La lumbalgia se define como el dolor localizado en la región lumbar, comprendida entre el borde inferior de las costillas y los pliegues glúteos inferiores. En deportistas, puede tener múltiples orígenes, incluyendo sobrecarga muscular, lesiones discales, artropatías facetarias o trastornos biomecánicos. Se trata de una afección frecuente que puede comprometer gravemente el rendimiento y la continuidad de la carrera deportiva.
La lumbalgia representa entre el 10% y el 15% de todas las consultas médicas deportivas. En disciplinas como el atletismo, la gimnasia, el fútbol, el golf y el levantamiento de pesas, la prevalencia anual puede superar el 30%. La incidencia es mayor en deportes que implican flexión repetida del tronco, impactos axiales o torsión de columna. Un estudio en futbolistas profesionales europeos reportó que 1 de cada 4 jugadores sufre al menos un episodio de lumbalgia al año.
Diversos atletas de élite han sido víctimas de lumbalgia a lo largo de sus carreras. El tenista Andy Murray suspendió múltiples torneos por dolor lumbar crónico. El golfista Tiger Woods se sometió a varias cirugías de columna lumbar debido a lesiones discales que comprometieron su movilidad. En el fútbol, Cristiano Ronaldo ha enfrentado episodios de contracturas lumbares, mostrando la prevalencia de esta condición incluso en atletas con preparación física excepcional.



Los mecanismos de lesión son variados y dependen del tipo de deporte:
• Microtraumatismos repetitivos, como en corredores o golfistas.
• Sobrecarga muscular por entrenamiento excesivo sin recuperación adecuada.
• Torsiones bruscas de tronco en deportes de contacto o raqueta.
• Impactos directos en disciplinas como el rugby o el fútbol americano.
Estas agresiones pueden generar contracturas musculares, hernias discales, espondilolisis o artropatía facetaria.
El diagnóstico comienza con una historia clínica detallada y una evaluación física especializada. Se evalúa el rango de movilidad lumbar, la fuerza muscular y la presencia de signos neurológicos. En casos persistentes o severos se indican estudios complementarios:
• Radiografías lumbares para evaluar alineación y estructuras óseas.
• Resonancia magnética (RM) en caso de sospecha de hernia discal o patología neurológica.
• Electromiografía (EMG) si se presentan radiculopatías.
El tratamiento conservador es la primera línea terapéutica y se aplica en más del 80% de los casos. Incluye:
• Reposo relativo, evitando actividades de impacto o torsión.
• Fisioterapia dirigida con énfasis en fortalecimiento del core y estiramientos.
• Medicamentos antiinflamatorios y relajantes musculares.
• Terapias complementarias como la punción seca, terapia manual o neuromodulación.
El retorno deportivo debe ser progresivo, con vigilancia biomecánica y técnica del gesto deportivo.
El tratamiento quirúrgico (como discectomía o artrodesis) cuando hay hernia discal severa o espondilolistesis con compromiso funcional importante. Sin embargo, menos del 10% de los casos en deportistas de alto nivel llegan a esta instancia, entre otras opciones de tratamiento se incluyen:
Infiltraciones con esteroides en articulaciones facetarias o raíz nerviosa
Terapias intervencionistas como radiofrecuencia o bloqueos.
En conclusión, la lumbalgia en deportistas requiere un abordaje integral, precoz y multidisciplinario. El objetivo no solo es el alivio del dolor, sino la recuperación funcional y la prevención de recaídas. La experiencia clínica y el conocimiento del deporte específico permiten al médico traumatólogo diseñar estrategias terapéuticas eficaces y personalizadas para cada atleta.