Por Macky Arenas. Y es que Venezuela ofrece tantas maravillas que hasta nuestro propio enigma marítimo tenemos…
La Misteriosa Fosa de Cariaco
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Los intrépidos y expertos pescadores orientales temen adentrarse en sus fauces. Hablan de una atracción magnética que los arrastra a ella, zumbidos extraños que se perciben en sus aguas, luces brillantes que se sumergen y salen del lugar. El lugar está rodeado de avistamientos, mitos y leyendas. Aun así, toman los riegos, pues esta cuenca es muy importante desde el punto de vista pesquero ya que estacionalmente las aguas profundas se mezclan con las aguas de la superficie debido a los vientos alisios, proporcionando una gran cantidad de nutrientes para la vida marina.

Y es que Venezuela ofrece tantas maravillas que hasta nuestro propio enigma marítimo tenemos…

Cumaná, capital del estado Sucre –al oriente de Venezuela- es la ciudad primogénita del continente, pues posee el título de ser la primera ciudad en tierra firme de América Latina (año 1515). En esta Plataforma Continental Venezolana, se halla una Fosa marítima denominada la “Fosa de Cariaco”, la cual asume este nombre, a manera de servir de ubicación práctica o para tener un punto de referencia desde el Golfo de Cariaco.

Desde el año 1995 se lleva a cabo un proyecto Oceanográfico conocido como El Proyecto Cariaco. Apoyado por la UNESCO, este gran estudio multidisciplinario busca comprender el cambio climático, gracias a los aportes obtenidos en esta Fosa.

Durante 19 años continuos de estudio sobre variables físicas, químicas y biológicas, los resultados han sido excepcionales. Los resultados de estudios de flujo de partículas y sedimentos han permitido conocer las condiciones físicas y químicas en el pasado, incluso con resolución milenaria.

Asimismo, se han detectado variaciones de la temperatura de la superficie del mar. Igualmente, las mediciones de carbono inorgánico disuelto que se han comportado de manera similar a los cambios ocurridos en la atmósfera, indicando así que los cambios observados en la cuenca constituyen un reflejo de los cambios climáticos globales; lo que constituye un gran aporte al mundo sobre el conocimiento de cambio climático.

Lo más importante de estos resultados es que el monitoreo de variables biogeoquímicas es el único realizado a nivel del trópico constituyendo un aporte valioso no solo para el país, sino a nivel mundial.

El 3 de Noviembre de 1987, el oriente venezolano y en general todo el país, se estremeció con la noticia del hundimiento de un barco. Se trataba del Ferry “General José Artigas”, conocido como Santa Margarita II, que operaba para la línea CONFERRYS. Su hundimiento hasta la fecha es objeto de polémicas, dado que no se conocen a ciencia cierta las causas que lo provocaron, así como la cantidad exacta de fallecidos. Mucho se ha especulado que fue atraído y absorbido por la Fosa de Cariaco, ya que nunca (hasta ahora) se hallaron sus restos ni los de los pasajeros a bordo. Hay incluso quienes dicen que se encuentra encallado dentro de un sistema montañoso que se localiza dentro de la fosa (no hay respaldo científico a su existencia).

Fue visitado por el buzo francés Jacques Cousteau, motivado por la tragedia descrita, para colaborar en la búsqueda del navío. No obstante, no pudo conseguir nada. Es más, muchas personas agregan que el explorador huyó despavorido luego de sumergirse en las profundidades. ¿Habrá visto algo que lo asustó?

En su epicentro, esta fosa registra unos 1400 metros de profundidad. Gracias a estas profundidades, como ya se hizo mención, es una de las fosas marinas más importantes a nivel mundial. Se afirma que es el abismo más impresionante después de la Fosa de Las Marianas.

En su interior hay ausencia completa de oxígeno y además de luz y no llegan corrientes marinas, por lo que en ella no existe vida marina de ningún tipo. No obstante, recientes estudios parecen evidenciar presencia de organismos multicelulares aeróbicos, es decir que no necesitan del oxígeno para vivir.

Aunque no se han podido precisar datos con exactitud sobre su existencia, los investigadores han logrado extraer sedimentos del lugar que datan de hace más de 15.000 años. Así mismo, se sabe que toda partícula, objeto que cae en ese lugar, va a dar al fondo de la misma. Por lo cual, se cree que en el mismo, deben hallarse numerosos restos (no especificando origen) en estado de fosilización.

Lo asombroso es que la tierra, por allí, está dividida. Si se observa una maqueta del relieve del golfo se aprecia que la playa no tiene fondo. A decir verdad, a ninguna de esas playas pertenecientes al Golfo de Cariaco se les ha podido medir la profundidad mar adentro. Hasta hoy ningún equipo especializado ha podido sumergirse lo suficiente para determinar el total de su profundidad.

Lo contrastante es que las playas de Cumaná son calmadas, de poco oleaje, muy agradables y hermosas. Pero, de repente, el azul cristalino, donde por mucho rato se da pie, se torna muy oscuro. A simple vista, se nota claramente una línea divisoria entre ambos azules. Si usted se aventura -lo cual es tentador para los buenos nadadores- a dejar las aguas claras y cruzar la línea hacia el lado más oscuro, puede llevarse el gran susto que algunos han pasado: se encontrará, de golpe, con una especie de precipicio dentro de la playa, un cambio brusco en la altura del suelo, tratará de tocar el fondo repetidas veces sin encontrarlo, sentirá el agua helada y, como todos, regresará raudo y veloz para no volver a intentarlo. Es peligroso y no es para menos: aparte de la gran profundidad, la extensión aproximada es de 160 km de largo y 70 km de ancho.

Para remate, la Fosa de Cariaco está justo al centro del Golfo de Cariaco, afectado por la falla geológica de El Pilar, así que es una zona altamente sísmica.

Son parajes tan hermosos que invitan a saltarse los alertas y adentrarse en tan cálidos mares, evocando los famosos “cantos de sirena”, esas criaturas alegóricas, mujeres-pez de canto seductor, que fueron adoradas por los antiguos. “Ten cuidado con tus sueños; son la sirena de las almas. Ellas cantan, nos llaman, las seguimos y jamás retornamos”, prevenía Gustave Flaubert.

Prudencia por esos lares, tanto para nadadores como para tripulantes, no escuchar los cantos de sirena es la recomendación.

Tomado de Aleteia