Por Manuel Felipe Sierra - Representantes del oficialismo y de la oposición se reúnen en la isla de Barbados en procura de un acuerdo para la crisis venezolana
¿Qué se espera de Barbados?
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Desde el lunes 8 de julio representantes del oficialismo y de la oposición se reúnen en la isla de Barbados en la continuación de los encuentros y aproximaciones en procura de un acuerdo para la crisis venezolana. Se trata de la continuación del diálogo iniciado semanas atrás en Oslo y luego en Estocolmo por iniciativa y con presencia en condición de mediadores del Grupo Internacional de Contacto, la Unión Europea, Rusia, China, y ahora con el visto bueno también de Estados Unidos. Los contactos anteriores (sin que pueda hablarse todavía de consensos en materias básicas) perfilaron una ruta sobre la base de seis puntos que podrían conducir a la definición de un acuerdo. El principal de ellos se refiere a la convocatoria de elecciones que el gobierno centrada en materia legislativa y la oposición en la escogencia presidencial, pero que no resultan excluyentes y que supondrían lógicamente la escogencia de un nuevo Consejo Nacional Electoral (CNE) con una activa vigilancia internacional. Por supuesto, no podría hablarse de un encuentro concluyente que definiera las líneas del entendimiento, sino de una iniciativa a partir de la cual se abrirían caminos para avanzar en compromisos hacia el objetivo de abordar de manera consensuada el “caso Venezuela”.

En todo caso se destaca ahora el interés de los factores en pugna y también de los mediadores exteriores, en este caso el gobierno de Trump en privilegiar el camino de las negociaciones que en ningún caso estarían exentas de dificultades, escollos e incluso de un nuevo fracaso. Una reunión inscrita en el llamado “modelo de Oslo” que presta atención a los acuerdos “parciales” y no como se pretendió en el pasado, a una salida global. Hasta donde se conoce, tanto gobierno como oposición coinciden en el camino electoral y lo que resulta más importante en la renovación del CNE que hasta ahora ha sido un punto de fricción para despejar la vía del voto. También existiría consenso en el regreso de la bancada oficialista al seno de la Asamblea Nacional y como consecuencia obvia el desmontaje de la estructura supraconstitucional de la Asamblea Constituyente, lo cual de hecho representaría un paso significativo en el estímulo a cierto clima de entendimiento y convivencia parlamentaria.

No obstante, sería aventurado esperar resultados y conclusiones en un escenario que después de experiencias fallidas apuesta por lo más sencillo: la posibilidad de discutir y poner sobre la mesa diferencias y planteamientos enfrentados cuya superación siguen resultando fundamentales para reencontrar el camino de un necesario y urgente acuerdo nacional a favor de la mayoría de la población, y no solo de los intereses (que aunque legítimos) de las dirigencias políticas.